domingo, 24 de mayo de 2009

Cuento para el Grupocaminofaro

Hernán Andrés Cedeño C.


Uno se embarca hacia tierras lejanas, o busca el conocimiento de hombres, o indaga la naturaleza, o busca a Dios; después se advierte que el fantasma que se perseguía era Uno mismo.
Ernesto Sabato; Uno y el Universo; Advertencia.


Pequeño cuento sin retorno


I

Este cuento se pretenderá contar solo, tiene un atisbo de vida, un hálito de tristeza.
Este cuento ya se está contando solo. Se muerde las letras, se enamora del alba que le permite ser, esa alba nívea de la niñez que me embarga, que comienza a tener conciencia; soy un cuento y tengo un nombre.

II

Esta noche he mirado a mi hacedor, no se hasta donde tengo frió y hasta donde él lo inventa por mi. Quizá me lleve de la mano hasta que pueda contarme por mi solo. Soy su criatura; me miré al espejo, escudriñé mis manos, mis pelos, mis dientes, mis dedos, mis sueños y mis ojos abiertos en el sueño y no los encontré. No encontré como mirarme, como mascar y como despertar. No me encuentro ni como ente en el pensamiento de un ente. Creo que estoy creciendo.

III

Hoy día e sentido agua, creo que vivo en un cuaderno. Espero contar una historia de amor pues creo que es la forma más cercana al “enamorarse” en la cual pueda llegar de estar.
En mis cavilaciones de tinta me he preguntado si mi hacedor me ama. Espero me ayude a contar una historia de amor en la que pueda enamorarme. Deseo conocer una historia de la que me enamore y que al contar mi amor en la historia de amor nos fundamos, aunque este amor al fin y al cabo solo sea una historia que contar.

IV

Ya tengo cuatro capítulos, ya estoy grande y se que historia contar. He tenido una visión, la intuición de un alma.

José fue hijo de un pueblo de luces, un pueblo desesperadamente grande y obscuro.
José en su juventud fue instigado por el amanecer al óbito y murió tres veces en cuatro años.
José estudió artes plásticas en la gran facultad académica de su patria. Esta facultad, en parte, era responsable de las luces de su pueblo. Culminó sus estudios y se dedicó a beber las flores del mal.
En el transcurso de las largas noches de esos días conoció a centenares de máscaras, de las cuales voy a declarar a continuación alguna que otra.
Walter; tomista aristotélico dogmático. Tiene una esposa en los ojos y una hija en el alma.
Francy; gusta de la lluvia que llueve, del sol que solea, de su pueblo desprovisto de rostros que le hagan acuerdo de él.
Elena; temperamental canción del mar en madrugada, camina en el camino y a su lado y a veces camina con él.
Patricia; El silencio empapa instantes que se van, que nos deja como acompañados por certezas que no son.
Enrique; psicoanalista, estructuralista, escritor, lector, elige decir que toda elección es forzada.
Hernán; eterno estudiante hasta que se convierta en un saco seco y yerto.
María Elena; mujer mirada, palabra, sonrisa, sueño, despierta, despido.
Sofía; hálito subjetivista en el consenso del sentido del viento.
Hugo; lucha de lustros contra el reflejo del reflejo de su ilusión.
Fue muy interesante lo que ocurrió después puesto que nació una bella obra.
Tras seis meses presentaba su obra “camino faro”, una estupenda escultura de ideas. La gente se quedaba anonadada pues en una superficie circular de diez metros de radio, que tenía la altura de un metro, se encontraba esta escultura de ideas y el público no veía nada pero ahí estaba. Había recibido el primer premio (20000 $). Grandes escultores, artistas, e intelectuales estudiaron su colosal obra, es tan invisible, decían, ¿cómo la transportaron? Es tan grande.
No duden de la existencia de la escultura, era real e invisible, empero ¿cómo llegó a construirla? ¿por qué era invisible? ¿cómo estar seguros de su realidad.
Durante los últimos seis meses se desencadenaron sucesos que aún no terminan y que merecen ser contados.
José se encontraba en un parque gris, sentado, cavilando, mirando niños deshacerse en el viento.
Hernán se encontraba hilvanando a los niños en el intento de que no se deshagan.
Ambos estaban molestos y tristes y se juntaron para reclamarse su acción en la acción.
Pronto se calmaron y conversaron.
Un mes después Hernán regresó al parque pero esta vez para conversar con el Cristo de la iglesia ojival. La conversación duró algunas horas y al salir también salía alguien que había conversado con el Cristo. Ambos se dirigieron a hilvanar carros, calles, árboles, y encontraron a Enrique y Francy que hacían lo mismo.
José visitaba a unos amigos que hilvanaban mujeres, hombres, tumbas y golpes en grupo. Les llevó a que hilvanaran juntos con un amigo todo lo que podían hilvanar y, al juntarse con él, se encontró que contaba con más amigos para hilvanar.
José era el escultor entonces de las creaciones de sus amigos. Ellos hilvanaban mujeres, niños, juguetes, ancianos, anocheceres, tempestades, desiertos, colores, vehículos que vomitaban colores y escultores. José les daba un orden a cada una de las creaciones e iba formando una gran escultura que al mismo tiempo era un camino que lleva a un faro.
Hasta aquí no hay mucho que sorprenda. José presentó su obra al gran concurso y ganó. Es la vanguardia total, se sentían por el, alegres.
Faltando pocos días para que finalice la presentación de la exposición los guardias fueron golpeados por un olor a sangre al amanecer, se dieron cuenta primero que ciertas hojas de los árboles estaban pintadas de rojo y, poco a poco, tras subir la cuesta, descubrieron a la inmensa obra; la escultura estaba roja. Por fin muchos podían verla, cada pequeña y gran idea unida de tal manera que formara un camino que lleva a un faro, eran pequeñas esculturas que formaban una gran escultura.
Al poco tiempo cerraron la exposición y los investigadores confirmaron que era sangre, al instante, se le fue a notificar al escultor lo ocurrido.
Aquí empieza y termina todo pues lo único que encontraron fue una carta tirada en el suelo en una oficina obsesivamente ordenada. Esta carta decía “PARA TODOS” y continuaba de la siguiente manera.
No nos busquen puesto que ya nos encontraron, nos hacemos responsables por la acusación y estaremos presentes en todo lugar a donde hemos llegado.
Nos despedimos de la más contradictoria forma puesto que estamos.
Hasta la eternidad.
La carta estaba firmada por todos aquellos nombrados anteriormente. No los encontraron nunca a ellos ni a sus cuerpos. El parque que rodeaba a las esculturas tuvo un otoño infinito.

V

Estoy muriendo, espero mi vida en esta contingencia haya vestido un sentido. Viviré en el silencio de las palabras no leídas, espero sea mi paraíso luego de este fin.